En el año 2011, la UCI introdujo su sistema de aprobación de bicicletas dirigido a modelos de carretera, pista y ciclocross. Con esto, el máximo organismo del ciclismo pretendía simplificar el proceso de verificación de las bicicletas antes de las competiciones, descargando de tareas a los jueces-árbitro.
De esta forma, estableció un sistema de validación que los fabricantes debían seguir si deseaban que sus bicis pudieran ser utilizadas en competición. Aparte, no vamos a engañarnos, abría así la UCI otra fuente de ingresos ya que, obviamente, todo el proceso de verificación de nuevos modelos conlleva un coste para las marcas, 5.000 francos suizos más IVA para el proceso completo y 3.500 francos suizos más IVA con el procedimiento simplificado.
Por tanto, desde que la UCI introdujo este sistema, para participar en cualquier competición federada de estas modalidades, la bicicleta ha de lucir la mencionada pegatina, salvo que la bicicleta sea de antes del año 2011, en la que se muestra el logo UCI y un código que identifica el modelo y que podemos consultar en la lista que el máximo organismo publica cada temporada y que, en muchas ocasiones, sirve para avanzar el lanzamiento de nuevos modelos por parte de las marcas.
Obviamente, si el cuadro no está incluido entre los aprobados y son sometidos a una inspección aleatoria por parte de los árbitros de la competición no se permitirá tomar la salida. En cualquier caso, prácticamente todos los modelos actuales pasan por este proceso, salvo el caso de algunos modelos de primer precio y poco más.
De hecho, sirve a las marcas para asegurarse de que sus bicicletas nuevas podrán ser usadas en competición y no encontrarse con que, tras desarrollar un modelo luego sus ciclistas no pueden utilizarla como, por ejemplo, ocurrió en el pasado con aquellas Cannondale prohibidas por no alcanzar el peso mínimo que fijaba la UCI.
Existen dos procedimientos para aprobar nuevos modelos de bici, el general y el procedimiento completo. El primero es un método simplificado que es utilizado con modelos de corte más convencional y que únicamente obliga a la marca a remitir los diseños de la bici a la UCI para que esta conceda su aprobación tras verificar que cumplen con la normativa técnica vigente.
Por otra parte, el procedimiento completo es que siguen los cuadros monocasco y de corte aerodinámico que han de ceñirse a los límites de diseño fijado por la UCI para estas bicis. En este caso, además de los diseños también se solicita a los fabricantes que remitan un prototipo de la bici para realizar la UCI sus propias medidas y verificaciones.
En esencia, la UCI busca mantener que las bicicletas continúen manteniendo su esencia tradicional con un diseño de doble triángulo sin derivar hacía modelos como los que podemos ver en las pruebas de triatlón de larga distancia.
Para ello, define cada segmento del cuadro: tubo horizontal, tubo diagonal, etc…, con un rectángulo que limita lo que cada tubo puede ocupar como máximo así como las zonas de unión para que las transiciones sean suaves y que han sido aprovechadas por los fabricantes para optimizar la aerodinámica de los nuevos modelos.
Aparte, se delimitan otros parámetros como la inclinación de los tirantes, el diseño de las horquillas, especialmente en los modelos de contrarreloj; la anchura de los tubos o la necesidad de cumplir unas determinadas dimensiones.
Fuente: www.brujulabike.com