El ciclismo puede ayudar a reforzar el sistema inmunitario y, por tanto, a aumentar las defensas frente a agentes patógenos y enfermedades varias. A pesar del consenso existente, la complejidad del tema impide comprender con exactitud esta relación. Otros factores como el estrés, la calidad del sueño o la nutrición también requieren una mención especial.
Los beneficios del ciclismo -y el deporte en general- son ampliamente conocidos. Mucho se ha escrito acerca de las consecuencias positivas tanto de la forma física de quien lo practica como en su bienestar mental. Sin embargo, también hay que considerar otro punto a favor del ejercicio aeróbico -familia a la que pertenece el ciclismo-: el sistema inmunitario.
Así, más allá de forjar unos cuádriceps bien definidos o de tener una cabeza desestresada, el ciclista refuerza el sistema inmunitario del organismo. Y esta mejora se traduce en una menor incidencia de algunas enfermedades o agentes patógenos.
Antes de empezar, hay que entender qué es el sistema inmunitario. La definición -recogida del Diccionario de la Real Academia Nacional de Medicina de España- explica que es el «conjunto de órganos, células y moléculas» que «se encargan de distinguir entre lo propio y lo ajeno, así como de proteger al organismo frente a cualquier elemento extraño a él».
Es decir, el sistema inmunitario es la defensa que desplegamos para protegernos de infecciones y enfermedades en una lucha contra diferentes patógenos y toxinas, tal y como explica la Clínica Universidad de Navarra.
El sistema inmunitario es un término bastante amplio que contiene un rico abanico de defensas que van desde procesos relativamente sencillos hasta algunos que por su complejidad todavía se desconocen con exactitud.
Una vez hecho el retrato del sistema inmunitario, cabe entender por qué se ve beneficiado por la práctica del ciclismo o de cualquier otro ejercicio aeróbico. Al aumentar la frecuencia cardíaca se estimula la circulación de glóbulos blancos -involucrados en la defensa-.
En declaraciones a Bike Radar, el Dr. Campbell afirmó que «las células que han estado descansando en alguna parte del cuerpo, en respuesta al aumento de la frecuencia cardiaca, son empujadas al torrente sanguíneo para llevar a cabo las primeras fases de la vigilancia inmunitaria».
Estas células se dirigen a diferentes tejidos a modo de comprobación una vez finaliza el ejercicio. En el pasado, el bajo nivel de glóbulos blancos en sangre post entreno se interpretó como una señal de que los deportistas podrían sufrir más infecciones; ahora se piensa que ‘salen’ de la sangre a buscar patógenos en otros tejidos.
Otras voces sugieren que este tipo de ejercicio genera un ecosistema antiinflamatorio que ayuda a combatir algunas enfermedades.
Quizás es demasiado categórico afirmar que el ciclista tiene mejor sistema inmunitario, aunque sí parece claro que la salud inmunitaria se mantiene mejor en el tiempo.
El estrés es otro de los actores clave: la presencia de estrés en el cuerpo aumenta el cortisol, que lastra al sistema inmunitario. De este modo, reducir el estrés a partir del ciclismo ayudaría a menguar la frecuencia de infecciones o ciertas enfermedades.
Realizar ejercicio con una nutrición inadecuada también podría aumentar los niveles de cortisol; circunstancia que sucedería con un estado bajo de glucógeno y carbohidratos, según el experto Will Girling.
La relación entre la nutrición, el esfuerzo físico y el ejercicio aún no está clara y existen varias vías de pensamiento.
A pesar de los beneficios que el ejercicio aeróbico, es importante prestar atención al sistema inmunitario. Así, ante una infección respiratoria se debería dejar aparcada la bici y reservar los pedales para cuando hayan pasado dos días desde que desaparecieron los síntomas.
Por otra parte, hay algunas pautas generales que disminuyen las infecciones: una correcta higiene -y medidas prudentes para evitar el contacto excesivo con personas contagiadas-, un menor estrés, una calidad de sueño adecuada y una nutrición correcta.
Es evidente que montar en bici no dota al ciclista de un organismo infranqueable, aunque sí refuerza las líneas de defensa y permite una mejor respuesta ante el ataque externo de agentes patógenos y enfermedades. Aun así, la mejor opción es consultar al médico, que podrá analizar nuestro caso particular y dar un diagnóstico preciso.
Fuente: www.brujulabike.com