Día dos de Giro de Italia y Tadej Pogacar ya se ha convertido en un hombre solo al frente de la clasificación general. Él delante y el resto siguiéndolo y jugándose el honor de quién será el segundo clasificado de esta edición del 2024.
Apenas han tenido que pasar 300 kilómetros para que el fenómeno esloveno se vista con la ‘maglia rosa’, con tres etapas de cierta tranquilidad a la vista antes de que la carretera sin asfaltar, la contrarreloj y la primera cita de alta montaña vuelva a alterar la ruta ciclista por Italia.
Como sucedió en la Volta, como ocurrió en las clásicas y como pasa en todas partes si no concursa Jonas Vingegaard, cuando Pogacar cambia el ritmo nadie consigue seguirlo e intentarlo en casi una sentencia, una desgracia que sólo conduce al desastre como le ocurrió al australiano Ben O’Connor.
Pogacar hasta se permitió emular a Marco Pantani para recordar, en cierta forma, la épica victoria de ‘El Pirata’ conseguida en Oropa en 1999, seis años después del enorme sufrimiento de Miguel Induráin frente a Piotr Ugrumov para salvar casi por los pelos la victoria de 1993.
Parece que haya una maldición cuando los grandes del ciclismo se acercan al santuario del Piamonte donde se venera a una virgen negra. Induráin sufrió de lo lindo y Pantani rompió la cadena para empezar la ascensión en último lugar, superar a todos los rivales y plantarse en los adoquines de la meta en primera posición para creer que iba a ganar un Giro que acabó para él como el rosario de la Aurora, eliminado por la sospecha de hacer uso de la EPO para mejorar el rendimiento.
En Biella, la localidad enclavada al inicio de la subida, Pogacar pinchó la rueda delantera con tal mala suerte que al pisar la pintura blanca de un paso de peatones se fue al suelo, sin consecuencias. Perdió la posición en el pelotón y ayudado por sus compañeros debió remontar para comenzar a partir de entonces a acelerar el ritmo hasta que a 4,4 kilómetros de la cima se produjo su demarraje que sólo siguió O’Connor para morir en el intento.
Empezó entonces el primer acto del espectáculo de Pogacar y para conseguir la victoria que el sábado se le escapó en Turín, en el estreno del Giro, tal vez por precipitarse a la hora de esprintar y para no conseguir el hito, quién sabe, de empezar y acabar el Giro de rosa en su presentación en la carrera.
Han pasado dos etapas y Geraint Thomas, vencedor del Tour de 2018, ya asoma como segundo de la general, aunque ya a la inquietante distancia de 45 segundos junto al colombiano Daniel Martínez, que fue segundo en una etapa en la que destacó el español Juanpe López, empeñado en ocupar un puesto distinguido a la estela de Pogacar.
El ciclista sevillano ocupó la novena plaza de la etapa y se aupó a la séptima plaza de una general rendida al honor, la superioridad y, por qué no decirlo, a la tiranía del fenómeno de Eslovenia, que hasta parece amable cuando gana sin piedad.