El esloveno Primoz Roglic (Bora Hansgrohe) se proclamó vencedor de la 76 edición del Dauphiné al término de la octava y última etapa disputada entre Thônes y Plateau des Glières, de 160.6 kilómetros, en la que se impuso Carlos Rodríguez (Ineos) tras reventar la carrera en el último puerto.
«Es una victoria que viene muy bien para reforzar la confianza. Creo que hemos hecho un buen trabajo de equipo, yo me he sentido muy bien y termino en forma esta carrera y con sensaciones de optimismo para el futuro», dijo en meta el ciclista granadino.
«La idea era meter gente en la fuga y que luego ayudaran en el último puerto, poniendo ritmo y seleccionando el grupo de delante. Todo ha salido a la perfección y he podido rematar», añadió.
Hubo suspense, emoción hasta el último metro. Todo por un ataque de Rodríguez a 5 kilómetros de meta que sacó a flote la debilidad de Roglic, y en comandita con Jorgenson a punto estuvo de dar un sorprendente vuelco a la general el último día. El granadino se llevó la etapa y la cuarta plaza, Roglic su segunda Dauphiné y Jorgenson y el canadiense Derek Gee los puestos secundarios del podio.
Rodríguez puso la agonía en Roglic, que salvó al amarillo
Rodríguez (Almuñecar, 23 años) logró una victoria épica que le supone una inyección de moral a tres semanas del Tour de Francia y que pone en evidencia a Roglic. Entró en la cima de Gliéres con un tiempo de 4h.18.02 junto a Jorgenson, a una media de 37,3 km/hora. Tercero, también en agonía Gee a 15 segundos, y Roglic cruzó a 48. Se quedó a 8 segundos de quedarse sin el maillot amarillo.
La última etapa estuvo controlada en todo momento por el Bora de Roglic, quien permitió una fuga de 10 corredores, pero sin permitir demasiadas alegrías. En el despegue estaba de nuevo Marc Soler, con Fraile, Armirail, Gaudu, Guillaume Martin y Fortunato, entre otros. Una escapada de entidad, que logró llegar a la parte decisiva con 2.30 minutos de adelanto.
Por la cima de Le Salève (1a,12.2 km al 6.8%) pasó en cabeza Soler, pero restaba la parte más abrupta y la subida final. Los hombres de Roglic pusieron ritmo para preparar el asalto final hacia una posible tercera victoria consecutiva del esloveno.
La escapada llegó a pie del Col des Glières (1a, 9,3 km .al 7,6) con apenas medio minuto de adelanto. Antesala de una sentencia que se propusieron los hombres del Ineos y sobre todo, del Bora, aunque el Lidl con Carlos Verona de lanzadera fue el equipo más determinante para derribar la aventura del día.
Roglic siembra dudas a tres semanas del Tour
Trató de resistir el francés Guillaume Martin para celebrar el día de su 31 cumpleaños en la cima de Glières, sin ninguna opción ante un grupo que ya estaba moviendo fichas para gestionar la llegada. Roglic iba en butaca con Hindley y Vlasov, seguro y con la confianza de sos victorias de montaña consecutivas.
El trabajo del Lidl tenía guardada la carta de Ciccone, capaz de atacar a 7 de meta, abriendo un pequeño hueco. La reacción de Laurens De Plus (Ineos) seleccionó el grupo principal, hundió de Evenepoel y a Vlasov y neutralizó al italiano.
A 5 kilómetros de meta atacó Carlos Rodríguez, en un todo por el todo, una iniciativa que sacó a flote las miserias de Roglic, también susceptible de pasar apuros. El granadino se fue por delante a 4 de meta con los hombres del podio, Jorgenson y Derek Gee. Por detrás el esloveno, sin cebarse, perdía 31 segundos pasada la parte más dura del puerto, contra las cuerdas, capeando el temporal como podía.
Rodríguez y Jorgenson quedaron delante a 2 kilómetros de meta. El americano, segundo en la general, aun soñando con el maillot amarillo, y el español con la tercera plaza del podio. Más emoción imposible, con todo por resolver hasta el último metro.
La unión hizo la fuerza y puso una emoción inesperada, pues Roglic había sido superior a todos en las dos etapas de montaña anteriores. Pero el esloveno, ganador de 3 Vueltas y 1 Giro, no tuvo su día y mandó pistas a sus rivales en el Tour, adonde acudirá por la gloria pendiente.
«Es una locura ganar el Dauphiné después de todo lo que pasó, las caídas y todo lo que pasó en el medio. Es increíble. He pasado apuros al final, escuchaba las referencias, pero finalmente lo logré y estoy satisfecho por el equipo porque necesitaba ganar esta carrera», dijo en meta el triple ganador de la Vuelta a España, quien salvó el maillot amarillo por solo 8 segundos.
«El Dauphiné es una cosa y el Tour es otra. Primero quiero ser feliz porque no se gana una carrera como ésta todos los días, y luego ya pensaré en el Tour», concluyó.
Fuente: Agencia EFE y www.marca.com